Soy Hana. Nací intersex, apenas comenzando los ochentas en el demencial Distrito Federal (hoy infaustamente rebautizado «CDMX»). Puedes leer mi testimonio en el texto «Historia rota» Me tomó casi treinta años para cobrar consciencia de mi pasado (ver «Intersexual a los 30 (¿qué?)»), y decidirme a elevar mis palabras al todavía silencioso coro de voces intersexuales en México y el mundo de habla hispana.

Creo firmemente en el derecho de las personas intersex a la autonomía e integridad física a cualquier edad (y especialmente durante la infancia), pero también creo que hace falta trabajar para construir una sociedad en la cual la intersexualidad no sea vista como una patología, en espacios públicos tales como la escuela, el trabajo, los servicios médicos y otros. Creo que las características sexuales de unx niñx intersex no deben ser motivo de estigma ni de angustia social, y que los cuerpos intersexuales deben ser mirados como una expresión natural y saludable de la diversidad humana, libre de prejuicios y estereotipos de género. Creo también que la angustia parental, que es abordada a través de procedimientos médicos en los cuerpos de lxs niñxs intersex, debe ser canalizada a través de espacios terapéuticos empáticos, de manera que los miedos, ansiedades y fantasías que habitan en la mente de los padres sean expresadas a través de la palabra, mitigando así el estigma y promoviendo una interacción familiar más saludable y abierta. Solo conjuntando esfuerzos orientados a cubrir estas necesidades es que podremos aspirar a un mundo más justo y tolerante.

Soy una persona como cualquiera, un ser humano que aspira a una existencia plena y feliz, gracias a (y no a pesar de) la diversidad que vivo en mi interior y en mi exterior. Me encanta leer (leo todo lo que me encuentro), me encantan las ensaladas y las hamburguesas, el café, el té, el cine de ciencia ficción y de animación japonesa.

Escribo porque es un placer, pero también una necesidad, sobre todo cuando el silencio es opresivo e intolerable.