No elegimos ser intersexuales

Esta es una de esas publicaciones impopulares, pero tengo que hacerla porque no estoy dispuesta a permitir que siga circulando ese cuento del Síndrome de Harry Benjamin sin ser desafiado.

Hay gente que quiere pensar que ser intersexual es algo chévere, que va bien con una identidad disidente y revolucionaria del género, que calza con algún colorido proyecto de lo queer, frecuentemente sin importar si hay una comprensión de los objetivos de cuestionamiento crítico del género que implicaría un proyecto queer (uno colectivo, inclusivo, radical y disidente, que no una alucinación subjetiva rayana en una pobre actuación de un papel teatral, que en absoluto tiene qué ver con la performatividad del género y las rupturas con la matriz heterosexual). Es decir, hay gente que afirma que sería fabuloso ser intersexual, “sentirse mujer y hombre” o “no sentirse ni mujer ni hombre”, como si la intersexualidad fuera una configuración inscripta en el cuerpo y vinculada invariablemente a una tercera categoría sexo-genérica o no-binaria. O como si la intersexualidad fuera una justificación biológica, una esencia, digamos, de la transexualidad.

Y está mal. Está terriblemente mal que haya gente que secuestre de esa manera lo que la categoría “intersexual” supone para muchas personas incapaces de oponerse a la autoridad que ejerce el discurso médico. Es una perversidad en términos de lo ético, y es una falta de respeto en términos del flagrante desconocimiento que se hace de las experiencias de vida de las personas cuyas vidas fueron marcadas por la violencia médica, por el despojo de su autonomía y la vulneración a su integridad física, por haber sufrido en su cuerpo la imposición no solo de una identidad de género que fuera acorde a la apariencia resultante de la mutilación o manipulación no consentida de sus características sexuales (gónadas, genitales) sino de la imposición misma del género, entendido este en el sentido descrito por Joan Scott como las producción de relaciones sociales basadas en la percepción de la diferencia corporal. Aludir a un “síndrome” para validar un “ser intersexual”, ¿qué de glamoroso piensan esas personas que hay en la intersexualidad? Como han dicho Morgan Holmes y Mauro Cabral, nosotrxs no nacemos intersexuales, nos hacen intersexuales, la intersexualidad es producida por la medicina en su afán de borrar cualquier indicio de ambigüedad, la cual es definida en términos de la tiranía del sexo dicotómico y la fantasía del dimorfismo sexual. ¿Para qué propósito egoísta y francamente malévolo llega alguien a acaparar los reflectores y presentarse como intersexual con diagnósticos imposibles, con historias incongruentes, con argumentos que hieden a esencialismo biológico, a repatologización de los cuerpos?

Hoy digo aquí: basta. Basta de cooptar nuestras historias, de utilizar nuestras experiencias como objeto mercantilizado del deseo y de la disidencia sexual en un marco endeble de lo sensacionalista. Basta de gente que miente a través de nombrarse “intersexual”. Basta de pensar en la intersexualidad como un tercer género desde la comodidad endosexista, es decir, desde la comodidad de nunca haber sido mutilado en nombre del género, de la horrenda sacralidad genital que somete a hombres y a mujeres a un lugar en el mundo sin la posibilidad de ser en libertad, de la creencia de que somos “machos” o “hembras”, “biológicos”, “genéticos”. Basta, ya.

4 comentarios en “No elegimos ser intersexuales

  1. Un artículo que desgraciadamente habla contra la gente transexual desde el desconocimiento, creen que la gente transexual elige ser lo que es, que se trata del colorido queer, que el sindrome de Harry Benjamin es un cuento que usamos porque creemos que es «chevere» ser intersexual.

    En el artículo habla sobre lo que sufre una persona intersexual, y obvio, en ningún momento se ha negado tal cosa, una persona transexual sufre igual y más, debido a que la intersexualidad «oficial» ya se toma en cuenta y se acepta hasta por la comunidad transfobica, en cambio para muchos, la transexualidad sigue siendo una elección, algo bonito y colorido que se elige.

    Nadie ha «secuestrado» la palabra intersexual, el síndrome de Harry Benjamin es una de las muchas variaciones de la intersexualidad donde aparentemente no hay ninguna anomalia física visible o comprobable, sin embargo la variación radica en la estructura cerebral, de ahí que la gran mayoría de las personas intersexuales elijan su género de preferencia.

    Las personas transexuales forman parte del espectro de la intersexualidad, esto no quita créditos, estadísticas, cualidades o virtudes a la gente con genitales ambiguos, al igual que el aceptar que la gente homosexual es libre de tener pareja, no te quita hombría.

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    1. No hay mucho que yo pueda decir de la transexualidad, dado que esa no es mi experiencia de vida. Personalmente no pienso que la transexualidad sea una «elección», lo que he podido observar y escuchar es que es tremendamente complejo y que confluyen muchos elementos en el devenir de cada persona. Pero tampoco pienso que sea tan simple como el argumento del «síndrome de Harry Benjamin», porque parte del supuesto de que existe un sexo verdadero en todas parte del cuerpo (es decir, que una vulva es inherentemente «femenina» y por tanto define a una mujer, o que un pene es inherentemente «masculino» y por tanto define a un hombre), desconociendo así la complejidad de la sexualidad humana y someterla nuevamente a un discurso médico que la patologizaría allí donde no se produzcan sujetos cisgénero-heterosexuales.

      Me parece inadecuado poner aquí a discusión quién sufre más, porque no es una olimpiada del sufrimiento: cada experiencia es muy distinta, y está marcada por circunstancias muy subjetivas.

      Lo que el texto dice es que la intersexualidad no es algo que el cuerpo diga, sino una interpretación de ambigüedad que se hace de este. Y no me refiero solo a los genitales, incluso si ese ha sido mi énfasis en publicaciones anteriores, pues la intersexualidad no es un hatajo de diagnósticos médicos, sino la percepción de discordancia entre lo que se espera del desarrollo corporal referido al sexo (gónadas, cromosomas, genitales, niveles hormonales) en relación con la asignación de sexo, o incluso la dificultad de asignar un sexo dado que socialmente el marcador primario por el que se asigna un sexo es el de la apariencia genital.

      Lamento que hayas leído el artículo como un reclamo dirigido específicamente contra las personas transexuales (así, en su generalidad). No podría serlo, porque hay muchas personas que han vivido una experiencia intersexual, y también trans. El texto es un reclamo hacia *todas* las personas (sean cis o trans) que piensan que sería lindo ser intersexual, o que necesitan justificar su ser en el mundo con base en un esencialismo biológico. Creo que hay mucho más en el mundo que solo lo que otros dicen de nuestros cuerpos.

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  2. Y que tiene que ver lo de Harry Benjamin con los intersex? El trabajo del endocrinólogo Benjamin estuvo enfocado a la transexualidad, y trabajos posteriores tanto de psiquiatrías, endocrinólogos, neurólogos, etc, estudiaron la transexualidad desde un punto de vista clínico y no solamente como una temática social. No entiendo porque las personas intersexuales se puedan sentir aludidas o hasta desprestigiadas con esto.

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    1. Mi problema no es contra Harry Benjamin, ni contra su trabajo, sino contra la forma en que se argumenta sobre un cierto «síndrome» al que han bautizado con su nombre, que supondría que el cerebro es sexuado de cierta forma (es decir, supondría que hay una clara diferenciación entre cerebros masculinos y femeninos), y el cuerpo es sexuado de otra (de nuevo, suponiendo que todos los cuerpos siempre son sexuados de un cierto modo, y que en ello hay elementos esencialmente femeninos y elementos esencialmente masculinos), y que eso es prueba de que todas las personas transexuales son intersexuales (como si esa fuera la explicación de la existencia de personas transexuales). Por otro lado, no es un tema de «desprestigio», pues en verdad, hay personas intersexuales que son transexuales porque su identidad de género no coincide con su sexo de asignación, y transicionan. Lo que me ha hartado y por eso lo nombro como una falta de respeto es el hecho de que la intersexualidad no nombra una condición inherente al cuerpo (que hay un «intersexo verdadero», por así decirlo, que sirve de base biológica para un ser trans o no binario, de la misma forma en que se piensa en las anatomías típicas como definitorias de un verdadero ser hombre o ser mujer), sino que nombra una experiencia producida por el marco social donde un cuerpo es percibido como ambiguo. Es eso.

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