La I de invisibilidad

Hoy se conmemora el Día de la Visibilidad Intersex. Una amiga preguntó: ¿es que los demás días somos invisibles?

Su pregunta me hizo reflexionar sobre cuestionamientos que yo misma traía en la mente desde hace días. Uno de ellos giraba en torno al origen de la conmemoración de este día, un acontecimiento que sucedió en esta misma fecha, pero en Boston, veinte años atrás. Una manifestación improvisada afuera de un congreso de la American Association of Pediatrics. Un intento de hacerse escuchar de un pequeño grupo de personas intersex, grupo catalogado como «extremista» en aquel entonces, con el mismo prejuicio y la misma cerrazón que hoy prevalecen entre pediatras, endocrinólogos y urólogos en los Estados Unidos y Europa. Mucho ha avanzado el movimiento intersex global desde entonces, tanto en su articulación como en sus logros.

Esto me lleva al otro aspecto que he pensado estos últimos días: a veces siento que estamos en el mismo lugar. Que la intersexualidad sigue siendo un tema desdeñado. Invisible. Que la normatividad social, que dicta que solo existen dos posibilidades de experiencia humana a través del cuerpo y del sexo, sigue tan sólida y tiránica que aquellos que nos atrevemos a ponerla en tela de duda, nada menos que con nuestras existencias mismas, no somos sino unos locos vociferando en el desierto.

Incluso entre aquellos que son nuestros aliados, en el papel, ignoran el significado de la intersexualidad. Persisten los mitos. Persiste la palabra «h». Se impone el prejuicio. Gente pía que nos juzga como pervertidos. O aberraciones. O cualquier otro término que juzguen idóneo para no hacernos olvidar que ellos, los dueños del poder, los que dictan que un hombre vale más que una mujer porque Dios así lo dijo, que una persona homosexual debe convertirse o morir, que una persona trans padece de trastornos de género, son también los dueños de nuestros genitales, de nuestras gónadas, de nuestro género y de la forma en que debemos ser criados. Porque si no fuera así, iríamos en contra no solo del orden social sino del orden natural. Como si nosotros hubiéramos nacido fuera de la naturaleza. Como si fuéramos antinaturales. O, en palabras de una persona con la que charlé hace unos días: como si fuéramos una enfermedad andante, contagiosa, incurable salvo, quizá, con oraciones y escalpelos, y el vino del olvido.

Me cuesta celebrar este día, porque de verdad no creo que haya nada qué celebrar. Algunxs amigxs toman este día como algo festivo, y lo comprendo: hay algo muy íntimo en la experiencia de cada persona, que este día representa una manera de hacer visible su diferencia, su corporalidad, su identidad, su humanidad. Que es algo hermoso y digno de ser respetado. Incluso, ¿por qué no?, celebrado.

Betsy Driver nos relata que el propósito del Día de la Visibilidad Intersex fue conseguir que se hablara del tema. Y vaya que lo consiguieron. Antes de la década de los 90s, nadie en el mundo lo hablaba más allá de la esfera médica. Pienso en mis padres: ellos jamás escucharon la palabra «intersex», sino hasta que se las presenté, apenas unos cuatro o cinco años atrás. Y cuando lo hice, ellos creían que les hablaba en una lengua extraña. Creo que para mí no fue tan distinto. Pero me sirvió, no de manera inmediata, pero sí de forma gradual, para entender el proceso exterior al que mi vida estaba vinculado. The big picture, como se dice en inglés. Para entender que el silencio mata. Que si no hablamos de esto, nada cambiará. Quizás, en ese sentido, más que celebrar, siento que esta es una fecha para comprometernos a no volver a guardar silencio. A inducir a la reflexión.

El cambio más seguro es el más lento, por desgracia, pero este se dará solo en la medida en que cada vez más y más gente hable, lea y reflexione del tema. Y sobre todo, que cada vez más personas intersex alcen la voz, para compartir su experiencia y punto de vista. Cualquiera que este sea: hay médicos que justifican el seguir con el mismo modelo de intervenciones no consentidas porque aseveran que no hay evidencia de que todas las personas nacidas con variaciones de las características sexuales se encuentren inconformes con el resultado de dichos procedimientos. Como lo dice Pidgeon Pagonis: demuéstrenlo. Demuestren que sus procedimientos proveen un beneficio. Pero si no son capaces de entregar resultados, desistan entonces. Pero hablémoslo. No más silencio. No más invisibilidad.

 

 

 

2 comentarios en “La I de invisibilidad

  1. ¡hola! yo creo que no tiene por qué ser así, me frustra que el activismo intersex en mexico sea tan invisible, desde el hecho que son tan anónimos, secretos y no muy abiertos a gente que no conocen, entiendo muy bien las razones, pero creo que hay que adoptar medidas más agresivas de visibilidad, está en los activistas hacerlo, yo no creo que esté en los médicos o en la sociedad , pues a ellos en general no les importa :S

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